Panorámica de la sierra de gata

Un chino de Shangai que da unos masajes magníficos, un escritor inglés, un dramaturgo asturiano, una monja budista… La nómina de ciudadanos del mundo que han elegido Sierra de Gata para huir del mundanal ruido no se acaba nunca. Lugina y Antonio llegaron a Hoyos para abrir un restaurante y ahora llevan una casa rural. La monja budista Tenzi Yótika cumplió el mandato directo del Dalai Lama de abrir un monasterio en las faldas del monte Jálama.

El prestigioso dramaturgo José Manuel Corredoira ha encontrado en Gata el lugar ideal para desarrollar su escritura dramática contemporánea. El inglés Adams organiza desde Gata rutas de la Guerra de la Independencia y el vasco Jacinto abrió una casa rural en Cadalso para que sus clientes mediten, se busquen y se encuentren. Aunque mucho antes de que los budistas y los soñadores descubrieran Sierra de Gata, ya habían reparado en su paz y en su energía los franciscanos, que abrieron conventos en San Martín de Tevejo y en Robledillo.

Hoy les presentamos a otro buscador de la felicidad. Se llama Pedro Eizaguirre, nació en Donosti-San Sebastián en 1954 y, tras decidir alejarse del mundanal ruido y recorrer durante tres años España y el sur de Francia buscando el paraíso, conoció La Lalita, una aldea perfecta para la meditación situada en Acebo, descubrió que Sierra de Gata era el lugar ideal para vivir, compró un terreno con bosque de robles y restos arqueológicos entre Perales del Puerto y Cilleros y allí vive desde hace ocho años.

Su caso es muy común: ciudadanos del mundo que buscan un paraíso terrenal y lo encuentran en Gata. Por ejemplo, el francés Philippe, fundador de La Lalita, que lo halló en Acebo tras buscarlo en Ibiza y en otros lugares y llegar a las faldas del Jálama y dormir 48 horas seguidas. Por ejemplo, Paul y Nacho, que, viniendo de Portugal, recalaron en Hoyos una noche de lluvia y sintieron al instante la llamada de la Sierra de Gata. Más: el burgalés Carlos Li. Recorre África y América buscando y buscando. Llega a Perales del Puerto y encuentra. Compra una finca de tres hectáreas y se dedica a la meditación y a la vida autosuficiente con sus cabras y sus frutales. No quiere más.

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