Riomalo de Arriba

Arrastra un pesado sambenito de pobreza, de zona remota y olvidada, de tópicos tremendistas, sin olvidar la leyenda negra… Manidos clichés que habitan muy lejos de la realidad. Porque Las Hurdes y su vecina sierra de Gata, dos rincones contiguos que se enclavan en el noroeste de Extremadura, poseen un encanto que cautiva a ese viajero que va con ojos de descubridor y la mente limpia de estereotipos. Ambas comarcas tienen esa hermosura que conforta al que llega sabedor de que pisa un territorio con una infraestructura turística modesta, sí, propia de un territorio alejado del turismo de masas, aunque auténtica y sin artificios.

Porque allí no hay grandes ciudades, es cierto, ni autovías, ni catedrales, ni castillos y apenas abundan los palacios o las casas señoriales; tampoco grandes cadenas hoteleras, ni ‘resorts’, y menos aún playas. En cambio, ese territorio de la provincia de Cáceres ofrecen destacadas aldeas, que llaman alquerías, de curiosa arquitectura; estrechos valles horadados por riachuelos, gargantas y preciosos meandros, buenas carreteras secundarias, una frondosa vegetación, paisajes más puros y entornos poco degradados que están cuajados de rutas senderistas.

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